INDICATORS ON VIERA VIDENTE YOU SHOULD KNOW

Indicators on viera vidente You Should Know

Indicators on viera vidente You Should Know

Blog Article

Jung ha dado una versión distinct de algunos procedimientos intuitivos de tipo “mágico”, pertenecientes al ámbito de las prácticas ocultistas. En su estudio sobre la interpretación de la naturaleza y la psique,14 investiga lo que él denomina “coincidencias significativas”, estableciendo la existencia de un principio de conexión acausal en igualdad de derechos con el de causalidad. Jung opina que ese variable desconocido que se presenta –tal como lo confirma la experiencia extrasensoria– liberado del marco tempo-espacial, podría tener un fundamento arquetípico­ y elige para nominarlo el término sincronicidad.

Gerardo ha expresado como ninguno esa estética de las analogías que más tarde postulará Baudelaire, esa identidad de esencia entre la conciencia del hombre y la conciencia del cosmos, experimentando el universo como una sentida presencia.

De esa manera, la concepción de un poder inside surge en el hombre de su frecuentación con los niveles profundos de la psique donde se liberan los siddhis. La magia aparece entonces como la forma más temprana de creencia en energías espirituales y precede al animismo en el desarrollo de la religión. Es razonable suponer que el hombre “primitivo”, ignorante de la estructura psicológica de su propia naturaleza, llegó a la creencia en la existencia del alma o psique, a partir de su actividad paranormal.

Insistiendo en el simbolismo de la alquimia, Le Breton supone que el personaje que dice “yo” en el primer verso, es el Plutón alquímico, que representa a la tierra filosófica oculta bajo el color negro. Por nuestra parte, consideramos a la primera cuarteta relacionada exclusivamente con el Tarot. Nerval, identificado con el ídolo tenebroso, lamenta no poder alcanzar la verdad representada por La Estrella y predice mediante el “sol negro”, el término de su vida.

De todos modos, Jung ejemplifica siempre con “analogías” o “correspondencias” que no muestran ninguna relación causal reconocible o siquiera concebible.

Existe sin duda una prehistoria que posee un conteni­do distinto y difiere esencial e interiormente del for eachíodo histórico. El relato mitológico –como reconoce Eric Fromm– no es simplemente un producto de la imaginación desbordada de seres “primitivos”, sino un recipiente de apreciados recuerdos del pasado. “Los mitos­ –expre-sa Malinowski en Fantasy in Primitive Psychology– no se perpetúan por interés vano o como mero relato de ficción, sino que constituyen la afirmación de una realidad primera, más grande e importante”.

Desde muy joven camina tras las pistas de la vacuidad resplandeciente. La poesía, la mística y el ocultismo lo acercan a la certidumbre del “saber escondido” con el que ha soñado desde su adolescencia. La suya es una revolución permanente que sólo se extingue al contacto con la muerte prematura.

El capítulo titulado “Baudelaire y las doctrinas esotéricas” comienza haciendo hincapié en el mundo cuyo múltiple y sutil entramado revela la voluntad de separación de la unidad de la que procede por actitud y obra satánica. La tradición ocultista de sesgo hermético que a través del Medioevo despierta en el Renacimiento por la traducción latina del Poimandres y los restantes tratados del cuerpo literario hermético, se conserva y difunde en la Francia decimonónica por medio del martinismo. Martínez de Pasqually y sus discípulos marcan la línea de influencia doctrinal. Charles Baudelaire, sumergido en este mundo invertido y en tensión entre las analogías entrevistas y los modelos celestes, busca en su conflicto profundo el “paraíso perdido” oscuramente vislumbrado, persiguiendo sus indicios hasta las más oscuras profundidades. Arrojado en el mundo y sintiendo todos los embates de su cautiverio lucha con su impulso poético, el solo recurso eficaz en su impotencia, porque la poesía es la “cadena de oro” imperceptible y dolorosa que une con el origen y la transmisión de los eslabones herméticos así lo va enseñando. El propio título de una de las grandes obras de Baudelaire, Las flores del mal, expresa con elocuente desesperación la ambivalencia de la actitud del hombre y poeta perdido en el cieno terrenal, pero bus-cando en el barro la “pepita de oro”, ajena al mundo y a la falsa civilización, que lo pueda redimir. El resplandor intermitente de la belleza sepultada lo atrae irresistiblemente y así su individualidad se opone heroicamente a todos y a todo y llega a buscar, fuera de una tradición ritual que considera viciada y perimida, también los recursos de los “paraísos artificiales”, que le ayudan a transponer la conciencia en un tipo de inconsciencia remarkable.

Sin embargo, la experiencia de Gerardo no quedó localizada en esa aspiración de unidad mística, en ese retorno al gran Tiempo que servía de fuente a sus creaciones literarias. Junto a los éxtasis profundos y los accesos a una conciencia modificada en la que “el alma más exaltada y sutil halla relaciones invisibles, coincidencias no percibidas y goza de espectáculos que escapan a los ojos materiales”, Gerardo conoció esos estados singulares en los que la emergencia de un nuevo “yo” conduce a un proceso de desdoblamiento. Esa doble personalidad, además de caracterizar a ciertos estados patológicos, se puede inducir mediante el empleo del hipnotismo.

La oposición sólo corresponde a la esfera de lo finito y lo conocido. Por eso aspiran a captar la superrealidad, accediendo a cierto punto del espíritu donde los opuestos dejan de ser percibidos contradictoriamente, “un punto fosforoso donde toda la realidad se recupera, pero cambiada, transformada”.8

Un nivel supraético, a­temporal e impensable en el que la personalidad ordinaria,­ el “yo” de la experiencia sensomotriz desapa­rece, para dar paso viera vidente al “hombre nuevo”, capaz de conocer­ la realidad y prescindir de las nociones relativas.

Admitir la una sin la otra es una limitación que termina por excluir todo lo infinito”.8 El hombre ha vivido y vive apegado a cosas intrascendentes. Complicado en pequeños problemas, alineado en una sociedad que es el reflejo de su estado se sueño, huye de la muerte, le vuelve la espalda y oscurece esa strategy inquietante en lo más profundo de su conciencia. Trata de ignorarla hasta el momento decisivo en que ella lo sorprende y lo paraliza.

La gran ascesis surrealista comienza con una toma de conciencia de lo absurdo del mundo, de la gratuidad de la existencia. La vida se les presenta como una inconsistente sucesión de momentos carentes de sentido. Hay una ansiedad frente a la muerte y a la nada. Ese vértigo mórbido, esa náusea en el sentido sartreano es solamente un punto de partida.

Al recordar su punto de partida Breton ha comparado al surrealismo con un campamento de jóvenes que, en torno del fuego, discuten los detalles de la más ambiciosa de las expediciones: forzar los límites del mundo “serious” con el solo instrumento de la poesía.

Report this page